una oreja al sol, con azucar adentro


somos también las hormigas............................................................................
y la cabeza pegada al piso viene a mirar con los ojos para tener que darse cuenta que nunca había estado ahí acostado, mirando todo el tramo de balcón que su ubicación le permitía, ahí justo una maseta se le estampa en el parietal izquierdo, y la culpa la tiene el viento.

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